lunes, 30 de mayo de 2016

Coaching de equipos en la Erlac

Llevo un mes  bastante liado de trabajo y no me dio tiempo  a escribir una breve reflexión que quería hacer. El día  2 tuve el placer de impartir un módulo en el Máster en dirección y gestión de personas de la facultad de relaciones laborales de la UDC. Llevo tres años participando en este Master y tengo que decir que tiene un alumnado que impacta a cualquier docente. En primer lugar por su motivación ante los retos per o también por su forma de ver la vida como un proceso de crecimiento interdependiente.
La promoción del presente curso, como las anteriores, ha demostrado  una gran capacidad de escucha y  empatía así como una fuerte cohesión  a la hora de  realizar proyectos colectivos. A esto se debe sumar el hecho de que, a nivel personal, se percibe una fuerte carga motivacional y emocional en la práctica de todos los aprendizajes que les ofrece esta formación. Dicha carga, como dije anteriormente, hace que  el  formador  dé lo mejor de sí mismo. Cuando uno siente que llega a sus destinatarios  de  su interior nace una fuerza que multiplica la eficacia del acto educativo ante un interés recíproco por aprender.
El otro día el aula del Master  se convirtió en un foro de aprendizaje cooperativo en el que cada persona fue capaz de dar lo mejor de sí misma para construir un objetivo común. Creo que este es el mensaje que llevan muchos formadores tanto de Coaching como de Educación para la Paz. Es un mensaje adaptable a todos los niveles educativos que no podemos cansarnos de transmitir porque en la cooperación viene un futuro colectivo irrenunciable.
Educar para cooperar y construir un equipo significa creer en un nuevo modelo social que forje huecos de inclusión para todas las personas.

Quiero desearle toda la suerte a la actual promoción del Master citado en la certeza de que sabrán crecer en interdependencia y buscar el éxito colectivo en una realidad que nos pide a gritos cooperación y aportación mutua para desarrollarnos como sociedad.